lunes, 30 de julio de 2007

Dudas de pronuciación?

Bueno, para quienes no se manejan en el ingles y quieren cantar a todo pulmon, aqui hay una ayudita.

Prendan los parlantes!!!!

jueves, 19 de julio de 2007

Ups!


Ayer me pasé un mal rollo... de esos terribles, pero que por dignidad JAMÁS contaría.
Hai cachado esas películas que te pasai, pero no soñando, estoy hablando de cuando estai en nada: en un break, con un puchito, viendo tele o PEOR... ACOSTADA ANTES DE DORMIR!!!
Un rollo donde tú eres la protagonista de una situación que jamas pasaría, osea, por ahora (eso de escupir al cielo, es un hueveo) te imaginas, nose, matando a alguein o viceversa, te imaginai de drug dealer, o madre de tres pendejos insoportables ... nosé, pero son las medias películas las que vai creando.

-APARTE: creo que acabo de confesar algunas peliculas mias ... FILO-

Ayer me pasé un mal rollo... de esos terribles, de hecho lloré (JUGO).

Menos mal que tengo una relación prematrimonial, asi que desesperada - por dentro, en realidad me veia de lo más normal - llegué a nuestra cama de 2 plazas y metí mi mano en su espalda.
"Es que tengo la manito helá"
Se acomodó para calentarla bien y yo me trankilicé del jugoso estado que me habia provocado.

-ES QUE SOY LA ÚNICA!-


necesito postsssssssssssssssssssssssssssss.

La Historia que se comienza a escribir...

martes, 17 de julio de 2007

Abuelita Enith


Aqui está una de las mujeres que más amo en este mundo: MI ABUELITA. Conocida por todos como ABUELITA y es que nadie le podría decir de otra forma.
Esto del matrimonio ha sido un ir y venir de emociones, emociones que nacen de mi, emociones que nacen de otros y que me vuelven a emocionar a mi PUF!! demasiado sentimiento dando vuelta y es lejos lo más lindo que me ha pasado - después de conocer a quien será mi marido, eso si -
Y entre tanta emoción, me entero que mi abuelita también viene.
Estoy contentisima que esta señora que nada bota, que todo lo guarda y no sólo guarda, guarda sus cosas dentro de una bolsa que va dentro de otra bolsa, para finalmente ser embolsado en otra y luego no acordarse de lo que estaba guardando, en fin, que ella venga me tiene demasiado contenta!!!!

Esta foto rescata todo en ella, es heavy! los colores, el desorden de las cosas, esa sensación de que los objetos están uno sobre otros, esas imagenes religiosas... eso es ella.
Mi primo Javier es el autor. Gracias "Mijito"



I LOVE U ABUELITA ...
y que Dios me la bendiga
.

viernes, 13 de julio de 2007

MIL GRULLAS Isabel Bornemann


Naomi Watanabe y Toshiro Ueda creían que el mundo era nuevo. Como todos los chicos.
Porque ellos eran nuevos en el mundo. Tambíen, como todos los chicos. Pero el mundo era ya muy viejo entonces, en el año 1945, y otra vez estaba en guerra. Naomi y Toshiro no entendían muy bien qué era lo que estaba pasando.
Desde que ambos recordaban, sus pequeñas vidas en la ciudad japonesa de Hiroshima se habían desarrollado del mismo modo: en un clima de sobresaltos, entre adultos callados y tristes, compartiendo con ellos los escasos granos de arroz que flotaban en la sopa diaria y el miedo que apretaba las reuniones familiares de cada anochecer en torno a la noticia de la radio, que hablaban de luchas y muerte por todas partes.
Sin embargo, creían que el mundo era nuevo y esperaban ansiosos cada día para descubrirlo.
¡Ah... y también se estaban descubriendo uno al otro!
Se contemplaban de reojo durante la caminata hacia la escuela, cuando suponían que sus miradas levantaban murallas y nadie más que ellos podían transitar ese imaginario senderito de ojos a ojos.
Apenas si habían intercambiado algunas frases. El afecto de los dos no buscaba las palabras. Estaban tan acostumbrados al silencio...
Pero Naomi sabía que quería a ese muchachito delgado, que más de una vez se quedaba sin almorzar por darle a ella la ración de batatas que había traído de su casa.
-No tengo hambre –le mentía Toshiro, cuando veía que la niña apenas si tenía dos o tres galletitas para pasar el mediodía. -Te dejo mi vianda –y se iba a corretear con sus compañeros hasta la hora de regreso a las aulas, para que Naomi no tuviera vergüenza de devorar la ración.
Naomi... Poblaba el corazón de Toshiro. Se le anudaba en los sueños con sus largas trenzas negras. Le hacía tener ganas de crecer de golpe para poder casarse con ella. Pero ese futuro quedaba tan lejos aún...
El futuro inmediato de aquella primavera de 1945 fue el verano, que llegó puntualmente el 21 de junio y anunció las vacaciones escolares.
Y con la misma intensidad con que otras veces habían esperado sus soleadas mañanas, ese año los ensombreció a los dos: ni Naomi ni Toshiro deseaban que empezara. Su comienzo significaba que tendrían que dejar de verse durante un mes y medio inacabable.
A pesar de que sus casas no quedaban demasiado lejos una de la otra, sus familias no se conocían. Ni siquiera tenían entonces la posibilidad de encontrarse en alguna visita. Había que esperar pacientemente la reanudación de las clases.
Acabó junio, y Toshiro arrancó contento la hoja del almanaque...
Se fue julio, y Naomi arrancó contenta la hoja del almanaque...
Y aunque no lo supieran: ¡Por fin llegó agosto! –pensaron los dos al mismo tiempo.

Fue justamente el primero de ese mes cuando Toshiro viajó, junto a sus padres, hacia la aldea de Miyashima (1). Iban a pasar una semana. Allí vivían los abuelos, dos ceramistas que veían apilarse vasijas en todos los rincones de su local.
Ya no vendían nada. No obstante, sus manos viejas seguían modelando la arcilla con la misma dedicación de otras épocas, -Para cuando termine la guerra... –decía el abuelo–. Todo acaba algún día... –comentaba la abuela por lo bajo. Y Toshiro sentía que la paz debía de ser algo muy hermoso, porque los ojos de su madre parecían aclararse fugazmente cada vez que se referían al fin de la guerra, tal como a él se le aclaraban los suyos cuando recordaba a Naomi.
¿Y Naomi?
El primero de agosto se despertó inquieta; acababa de soñar que caminaba sobre la nieve. Sola. Descalza. Ni casas ni árboles a su alrededor. Un desierto helado y ella atravesándolo.
Abandonó el tatami (2), se deslizó de puntillas entre sus dormidos hermanos y abrió la ventana de la habitación. ¡Qué alivio! Una cálida madrugada le rozó las mejillas. Ella le devolvió un suspiro.
El dos y el tres de agosto escribió, trabajosamente, sus primeros haikus (3):
Lento se apaga
El verano
Enciendo
Lámpara y sonrisas.

Pronto
Florecerán los crisantemos.
Espera,
Corazón.

Después, achicó en rollitos ambos papeles y los guardó dentro de una cajita de laca en la que escondía sus pequeños tesoros de la curiosidad de sus hermanos.
El cuatro y el cinco de agosto se lo pasó ayudando a su madre y a las tías ¡Era tanta la ropa para remendar!
Sin embargo, esa tarea no le disgustaba. Naomi siempre sabía hallar el modo de convertir en un juego entretenido lo que acaso resultaba aburridísimo para otras chicas. Cuando cosía, por ejemplo, imaginaba que cada doscientas veintidós puntadas podía sujetar un deseo para que se cumpliese.
La aguja iba y venía, laboriosa. Así, quedó en el pantalón de su hermano menor el ruego de que finalizara enseguida esa espantosa guerra, y en los puños de la cmisa de su papá, el pedido de que Toshiro no la olvidara nunca...
Y los dos deseos se cumplieron.
Pero el mundo tenía sus propios planes...

Ocho de la mañana del seis de agosto en el cielo de Hiroshima.
Naomi se ajusta el obi (4) de su kimono (5) y recuerda a su amigo: -¿Qué estará haciendo ahora?
“Ahora”, Toshiro Pesca en la isla mientras se pregunta: -¿Qué estará haciendo Naomi?
En el mismo momento ,un avión enemigo sobrevuela el cielo de Hiroshima.
En el avión, hombres blancos que pulsan botones y la bomba atómica surca por primera vez un cielo. El cielo de Hiroshima.
Un repentino resplandor ilumina extrañamente la ciudad.
En ella, una mamá amamanta a su hijo por última vez.
Dos viejos trenzan bambúes por última vez.
Una docena de chicos canturrea: “Donguri-Koro Koro- Donguri Ko...” (6) por última vez.
Cientos de mujeres repiten sus gestos habituales por última vez.
Miles de hombres piensan en mañana por última vez.
Naomi sale para hacer unos mandados.
Silenciosa explota la bomba. Hierven, de repente, las aguas del río.
Y medio millón de japoneses, medio millón de seres humanos, se desintegran esa mañana. Y con ellos desaparecen edificios, árboles, calles,animales, puentes y el pasado de Hiroshima.
Ya ninguno de los sobrevivientes podrán volver a reflejarse en el mismo espejo, ni abrir nuevamente la puerta de su casa , ni retomar ningún camino querido.
Nadie será ya quien era.
Hiroshima arrasada por un hongo atómico.
Hiroshima es el sol, ese seis de agosto de 1945. Un sol estallando.

Recién en diciembre logró Toshiro averiguar donde estaba Naomi. ¡Y que aún estaba viva, Dios!
Ella y su familia, internados en el hospital ubicado en una localidad próxima a Hiroshima. Como tantos otros cientos de miles que también habían sobrevivido al horros, aunque el horror estuviera ahora instalado dentro de ellos, en su misma sangre.
Y hacia ese hospital marchó Toshiro una mañana.
El invierno se insinuaba ya en el aire y el muchacho no sabía si era frío exterior o su pensamiento lo que le hacía tiritar.
Naomi se hallaba en una cama situada junto a la ventana. De cara al techo. Ya no tenía sus trenzas. Apenas una tenue pelusita oscura.
Sobre su mesa de luz, unas cuantas grullas de papel desparramadas.
-Voy a morirme, Toshiro... –susurró. No bien su amigo se paró, en silencio, al lado de su cama. –Nunca llegaré a plegar las mil grullas que me hacen falta...
Mil grullas...o “Semba-Tsuru” (7), como se dice en japonés.
Con el corazón encogido, Toshiro contó las que se hallaban dispersas sobre la mesita, Sólo veinte. Después, las juntó cuidadosamente antes de guardarlas en un bolsillo de su chaqueta.
-Te vas a curar, Naomi –le dijo entonces, pero su amiga no le oía ya: se había quedado dormida.
El muchachito salió del hospital, bebiéndose las lágrimas.

Ni la madre, ni el padre, ni los tíos de Toshiro (en cuya casa se encontraban temporariamente alojados) entendieron aquella noche el por qué de la misteriosa desaparición de casi todos los papeles que ,hasta ese día, había habido allí.
Hojas de diario, pedazos de papel para envolver, viejos cuadernos y hasta algunos libros parecían haberse esfumado mágicamente. Pero ya era tarde para preguntar. Todos los mayores se durmieron, sorprendidos.
En la habitación que compartía con sus primos, Toshiro velaba entre las sombras. Esperó hasta que tuvo la certeza de que nadie más que él continuaba despierto. Entonces, se incorporó con sigilo y abrió el armario donde se solían acomodar las mantas.
Mordiéndose la punta de la lengua, extrajo la pila de papeles que había recolectado en secreto y volvió a su lecho.
La tijera la llevaba oculta entre sus ropas.
Y así, en el silencio y la oscuridad de aquellas horas, Toshiro recortó primero novecientos ochenta cuadraditos y luego los plegó, uno por uno hasta completar los mil grullas que ansiaba Naomi, tras sumarles las que ella misma había hecho. Ya amanecía, El muchacho se encontraba pasando hilos a través de las siluetas de papel. Separó en grupos de diez las frágiles grullas del milagro y las aprestó para que imitaran el vuelo, suspendidas como estaban de un leve hilo de coser, una encima de la otra.
Con los dedos paspados y el corazón temblando, Toshiro colocó las cien tiras dentro de su furoshiki (8) y partió rumbo al hospital antes de que su familia se despertara. Por esa única vez, tomó sin pedir permiso la bicicleta de sus primos.
No había tiempo que perder. Imposible recorrer a pie, como el día anterior, los kilómetros que lo separaban del hospital. La vida de Naomi dependía de esas grullas.

-Prohibidas las visitas a esta hora- le dijo una enfermera, impidiéndole el acceso a la enorme sala en uno de cuyos extremos estaba la cama de su querida amiga.
Toshiro insistió: -Sólo quiero colgar estas grullas sobre su lecho, Por favor...
Ningún gesto denunció la emoción de la enfermera cuando el chico le mostró las avecitas de papel. Con la misma aparentemente impasililidad con que momentos antes le había cerrado el paso, se hizo a un lado y le permitió que entrara: -Pero cinco minutos, ¿eh?
Naomi dormía.
Tratando de no hacer el mínimo ruidito, Toshiro puso una silla sobre la mesa de luz y luego se subió.
Tuvo que estirarse a más no poder para alcanzar el cielorraso. Pero lo alcanzó. Y en un rato estaban las mil grullas pendiendo del techo; los cien hilos entrelazados, firmemente sujetos con alfileres.
Fue al bajarse de su improvisada escalera cuando advirtió que Naomi lo estaba observando
Tenía la cabecita echada hacia un lado y una sonrisa en los ojos.
Son hermosas, Tosí-can...(9) Gracias...
-Hay un millar. Son tuyas, Naomi. Tuyas –y el muchacho abandonó la sala sin darse vuelta.
En la luminosidad del mediodía que ahora ocupaba todo el recinto, mil grullas empezaron a balancearse impulsadas por el viento que la enfermera también dejó colar, el entreabrir por unos instantes la ventana.
Los ojos de Naomi seguían sonriendo.

La niña murió al día siguiente. Un ángel a la intermperie frente a la impiedad de los adultos. ¿Cómo podían mil frágiles avecitas de papel vencer el horror instalado en su sangre?

Febrero de 1976.
Toshiro Ueda cumplió cuarenta y dos años y vive en Inglaterra. Se casó, tiene tres hijos y es gerente de sucursal de un banco establecido en Londres.
Serio y poco comunicativo como es, ninguno de sus empleados se atrve a preguntarle por qué,entre el aluvión de papeles con importantes informes y mensajes telegráficos que habitualmente se juntan sobre su escritorio, siempre se encuentran algunas grullas de origami dispersas al azar.
Grullas seguramente hechas por él, pero en algún momento en que nadie consigue sorprenderlo
Grullas desplegando alas en las que se descubren las cifras de las máquina de calcular.
Grullas surgidas de servilletas con impresos de los más sofisticados restaurantes...
Grullas y más grullas. Y los empleados comentan, divertidos, que el gerente debe de creer en aquella superstición japonesa
-Algún día completará las mil... –cuchicheaban entre risas– ¿Se animará entonces a colgarlas sobre su escritorio?
Ninguno sospechaba, siquiera , la entrañable relación que esas grullas tienen con la perdida Hiroshima de su niñez. Con su perdido amor primero.

domingo, 8 de julio de 2007

LA MEJOR ACTUACIÓN DEL MUNDO

Quién es Robert De Niro, Anthony Hopkins, Jack Nicholson, Gerard Depardieu, Sean Penn? Murieron en el minuto en que ejecutó esta gran actuación MR. CH... prendan los parlantes y disfruten.

Yo como actriz, sólo puedo decir... MAESTRO

sábado, 7 de julio de 2007

No será tu mash???

Lo Rayao!! jajajajaj
Japoneses cagaos de la jed.
Pero muy buena esta camara, lo que me llamo la atencion en lo ingenuo de las bromas, como monos animados antiguos, jajajja.

DISSSSSSSSSSFRÚTENLO

We Are The World... sorry.. WHO?

Hoy comenté en otro blog, donde hacian mierda esta canción, y recordé algo demasiado heavy!!
Para los que no lo saben mi infancia fue en gringolandia, de padre chileno y madre colombiana, hagan de cuenta una niña sentada en Sábados Gigantes muy, pero muy latino.
Bueno, ahi yo. 1985, Nashua NH un pueblo enfermo de gringo. Seria útil para los lectores (uf tantos) imaginar un cumpleaños como el que aparece en ET. Esa imagen es perfecta. Entonces yo,en un cumpleaños de latinos, en un formato enfermo de gringo, en un Mc Caca de los 80.

Un escenario, en primera fila yo, de artistas, yo con esto quedé crazy: una banda de robots semejando ser rockeros. Hablan, se mueven como robots..y ahora cantan:

"There comes a time
When we head a certain call
When the world must come together as one
There are people dying"


NO LO PUEDO CREER!!
recuerdo que pensé.
Parece que tenian algunos sensores de algún tipo, no se, pero si te acercabai te MIRABAN!! COMO DIRIGIENDOTE LA CANCIÓN!!

No aguante más y en el coro decidi que tenia que tocarlos:

"We are the world
We are the children.." y en vez de venir "We are the ones who make a brighter day" el robot me mira y me dice

DONT TOUCH ME!!

MIERDA!!! quize morir, mientras la bestia siguió cantando.

El robot me dijo que no lo tocara, como si yo tuviera malas intenciones, y es que acaso el robot entiende lo que son las intenciones... nose, lo que ahora me sucedió fue que lei el blog de mi friend y recordétodo esto, pero ahora, con un poco más de inteligencia que a los 6 años, pensé:

que heavy... una banda de robots cantando WE ARE THE WORLD...

Bueno, para que entiendan lo impactante del recuerdo, aqui va la canción (gracias pili por el dato)